La humanidad está en manos de Demis Hassabis el genio que ganaba al ajedrez con 4 años y que está a punto de resolver el enigma de la inteligencia humana

La humanidad está en manos de Demis Hassabis: el genio que ganaba al ajedrez con 4 años y que está a punto de resolver el enigma de la inteligencia humana

Demis Hassabis, CEO de Google DeepMind.

Demis Hassabis, CEO de Google DeepMind.

Terceros

Es difícil ser consciente de la importancia que tienen algunas personas en nuestras vidas. No solo personas cercanas que afectan directamente lo que hacemos, sino personas lejanas que, por sus decisiones y sus actos, moldean nuestro presente y nuestro futuro. La clase de personas de las cuales solo oímos en periódicos y televisión. Si es que acaso oímos hablar de ellos.

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Políticos, CEOs, científicos, académicos y futurólogos entrarían en esta categoría. Son personas que dan forma al mundo y, en muchas ocasiones, ni siquiera las conocemos. A veces ni siquiera sabemos sus nombres, por lo que resulta interesante pararse un segundo y fijarse en algunos de sus perfiles para descubrir no solo cómo se llaman, sino cómo nos afectan. Esto es algo particularmente interesante de hacer en el caso de Demis Hassabis, británico que es considerado la luminaria actual de la inteligencia artificial. Y que, a pesar de lo que parece, va a contrapelo de todo lo que dicen todos los demás gurús del campo.

Porque Demis Hassabis es una persona extremadamente singular dentro del campo de la IA. Cofundador de Google DeepMind e Isomorphic Labs, consejero del gobierno de Inglaterra en temas de inteligencia artificial y ganador de un nobel de química, no es tu clásico ingeniero de Silicon Valley. Y lo hace notar.

Demis Hassabis, CEO de Google Deepmind.

Demis Hassabis, CEO de Google Deepmind.

Diseño: Selu Manzano

Una vida dedicada a los juegos

Nacido en Inglaterra el 27 de julio de 1976, de padre griego chipriota y madre singapurense, Hassabis destacó desde su más tierna infancia por una intensa obsesión por toda clase de juegos y competiciones. Algo que acabaría haciéndolo destacar entre sus pares de un modo que luego sabría llevar a otros campos, demostrando que no fue cosa solo de la infancia.

Considerado un niño prodigio que jugaba al ajedrez desde los cuatro años, Hassabis alcanzó el rango de maestro con 13 años con un rating de ELO de 2300. El segundo rango más alto para su edad en aquel momento, por detrás de Judit Polgár. Algo que le llevaría a arrasar en competiciones de ajedrez, tanto representando a Inglaterra, durante su época de instituto, como a Cambridge frente a Oxford, en su época universitaria.

Pero no se acaban ahí sus méritos en los juegos. Ha sido parte del equipo campeón del mundo del juego de mesa Diplomay en 2004, ha conseguido premios en la World Series of Poker en al menos seis ocasiones y ha sido cinco veces campeón de la World Pentamind Champion y dos de la World Decamentathlon Champion, las consideradas olimpiadas de los juegos intelectuales.

Demis Hassabis ya jugaba al ajedrez con tan solo 4 años.

Demis Hassabis ya jugaba al ajedrez con tan solo 4 años.

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A la vez que se convertía en una leyenda de los juegos intelectuales, Hassabis descubrió su otra gran pasión: los videojuegos. Comenzando a programar con un ZX Spectrum 48K entre 1988 y 1990, eso le llevó a estudiar ciencias de la computación en la universidad de Cambridge. No sin antes tomarse un año sabático, a petición de la universidad, ya que acabó el instituto dos años antes de lo que estipula el currículo.

¿Y qué hizo con ese año Hassabis? Entrar a trabajar en Bullfrog Productions, una de las empresas de videojuego más interesantes del momento. Diseñando niveles para Syndicate y co-diseñando y programando Theme Park junto a Peter Molyneux, se convertiría, silenciosamente, en una de las grandes leyendas del videojuego.

De hecho, todo anticipaba que los videojuegos iban a ser su vocación. Tras dejar el desarrollo de videojuegos aparcado para completar sus estudios universitarios, al acabar entró a trabajar en Lionhead Studios, la nueva empresa de Molyneux. Allí descubriría su pasión por la IA y se encargaría de uno de los mayores progresos históricos del videojuego de la época: la programación de la IA del simulador de ser dios Black & White. Algo que acabaría marcando su carrera de una forma crítica.

A la vez que se convertía en una leyenda de los juegos intelectuales, Hassabis descubrió su otra gran pasión: los videojuegos

Pero cualquiera que piense que la relación entre ambos sería la de maestro y pupilo se equivocarían. Según el propio Hasabis «trabájamos juntos de forma muy cercano durante unos cuantos años; es difícil decir quién influenció a quién más, pero es una parte muy importante de mi vida». Demostrando que esa relación clave para ambos. Y lo cual explicaría por qué ninguno de los dos ha conseguido brillar fuera de la misma.

Enamorado de las posibilidades de la inteligencia simulada, Hassabis abandonó Lionhead antes del lanzamiento de Black & White para fundar su propio estudio en 1998, Elixir Studios. Para su desgracia, su primer juego, Republic: The Revolution, fue tan ambicioso como un absoluto fracaso. Buscaba hacer una simulación por IA de cómo funcionaba todo un país que, finalmente, no funcionaba todo lo bien que debería y no gustó ni a crítica ni público.

Tras el recibimiento tibio de su siguiente juego, Evil Genius, un simulador de ser un villano de una película al estilo James Bond, el estudio cerró en abril de 2005. Y ahí es donde comienza la leyenda de por lo que hoy es más conocido Hassabis.

Demis Hassabis en su primera etapa en DeepMind.

Demis Hassabis en su primera etapa en DeepMind.

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El descubrimiento de las posibilidades de la IA

Consciente de que su futuro en la industria del videojuego era dudoso, decidió volver a la universidad. Allí obtuvo un doctorado en neurociencia cognitiva, con una única idea en mente: buscar inspiración en cómo funciona el cerebro humano para crear nuevos algoritmos de IA. Algo en lo que tuvo un éxito rotundo, aunque no inmediato.

Aunque en el ámbito académico destacaría de manera sobresaliente en este periodo, no sería hasta 2010 que junto con Shane Legg y Mustafa Suleyman diera su siguiente gran paso, fundado lo que será su gran legado hasta el momento: la empresa DeepMind.

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DeepMind introdujo algo tremendamente novedoso para la época, e incluso para hoy en día: máquinas de Turing neurales. Ordenadores que recuerdan al funcionamiento que tienen un cerebro humano en lo que respecta a la memoria a corto plazo. Eso significa que crea conexiones neurales para poder mejorar con el tiempo y que, en palabras del futurista Bernard Marr, “son muy similares a cómo un humano se acerca a un juego que nunca ha visto y que busca entenderlo e intenta dominarlo.”

Lo interesante es cómo DeepMind ha ido siguiendo la misma ruta vital que Hassabis. Comenzó con los juegos, siguió en el ámbito académico y acabó en el mundo general de las IAs. Casi como si fuera un reflejo de su propia vida.

Comenzó con los juegos, siguió en el ámbito académico y acabó en el mundo general de las IAs

Porque DeepMind, al principio, se limitó a ser entrenada introduciéndola a jugar videojuegos de los 70s y los 80s. Juegos relativamente sencillos como Breakout, Pong o Space Invaders, que podía aprender y con los que podía aprender sus capacidades cognitivas. Algo que impresionó a inversores tanto particulares, como Scott Banister, Peter Thiel o Elon Musk, como firmas de riesgos, en el caso de Horizons Ventures y Founders Found.

¿Por qué invertir en DeepMind en aquel momento? Elon Musk ha dejado claras sus razones en una entrevista con Vanity Fair. “(DeepMind) me hizo ver al ritmo al que las cosas estaban mejorando, y creo que realmente están mejorando a un ritmo acelerado, mucho más rápido de lo que la gente cree.” Siendo esa la razón por la que se sumaron tantos grandes nombres tan rápido. Vieron allí el futuro de la tecnología, incluso si aún no lo parecía.

Pero la mayor inversión no llegaría hasta 2014. Sería entonces cuando Google compraría la empresa por 400 millones de libras, manteniéndola como una entidad independiente y facilitando el desarrollo de la empresa.

Demis Hassabis.

Demis Hassabis, CEO de Google Deepmind.

Terceros

Una IA que lo mismo te gana al Go que resuelve problemas químicos

Fue a partir de este punto donde empezó a dispararse los logros de DeepMind. Que, en justicia, son los mayores logros que podemos encontrar entre cualquier IA hasta el momento, ya que ninguna otra empresa parece haber logrado alcanzar las cotas tan altas de lo que ha hecho la empresa de Hassabis.

Uno de sus mayores logros tiene que ver con los juegos. En 2015 presentaó AlphaGo, una versión de DeepMind pensada para jugar al Go, un juego de mesa considerado aún más intelectualmente demandante que el ajedrez. Para sorpresa del mundo, entre 2015 y 2017, cuando retiraron el programa, logró vencer a algunos de los mejores jugadores del mundo de Go. Y su sucesor, AlphaZero, se llegó a considerar el mejor jugador de Go a finales de los 2010s.

Resultados de AlphaZero.

Resultados de AlphaZero.

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Aunque si somos justos, es difícil no ver en AlphaFold su mayor logro hasta la fecha. Esta IA desarrollada por DeepMind puede predecir la estructura 3D de una proteína a partir de la secuencia unidimensional de un aminoácido. ¿No te dice mucho eso? Pues vamos a ponerlo en contexto.

La estructura de las proteínas se puede determinar a través de varios tipos de experimentos como los rayos X, la cristalografía, la resonancia magnético-nuclear o la criomicroscopía electrónica. ¿Cuál es el problema? Que son técnicas muy caras y que llevan mucho tiempo. Por eso, de alrededor de 200 millones de proteínas conocidas, solo hemos logrado identificar hasta el momento alrededor de 170.000. Así que cualquier método que ayude a acelerar el proceso, hacerlo más barato o simplificar la identificación de las más complejas es deseable.

AlphaZero se llegó a considerar el mejor jugador de Go a finales de los 2010s

AlphaFold tiene su propia base de datos, la AlphaFold Protein Structure Database. Para el 28 de julio de 2022, la base de datos tenía cubierta la estructura de alrededor de 200 millones de proteínas. Es decir, la práctica totalidad de las proteínas conocidas.

¿Significa eso que AlphaFold ha resuelto un problema que la ciencia no había resuelto hasta ahora? No. Son predicciones. Pueden equivocarse. Pero es una información que, por aproximación, puede ser útil para contrastar e iniciar toda clase de investigaciones que pueden ayudar de forma notable al avanzar de la bioquímica y la medicina. Algo que llevó a que concedieran el premio nobel de química a Hassabis, David Baker y John M. Jumper el pasado año 2024.

Demis Hassabis tras la absorción de Google.

Demis Hassabis tras la absorción de Google.

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La IA tiene peligros de los cuáles Hassabis está atento

Porque la IA puede hacer cosas notables y positivas para la humanidad, pero no hace milagros. Ni significa que todo lo que haga sea positivo para la humanidad. Algo que el propio Hassabis ha resaltado de manera notoria.

Para sobresalto de los gurús de la IA, Hassabis es partidario de que existan formas de control de esta tecnología. “Debemos tomarnos los riesgos de IA tan seriamente como los otros desafíos globales mayores, como el cambio climático”, ha declarado. “Le ha llevado demasiado tiempo a la comunidad internacional coordinar una respuesta global efectiva para esto, y estamos viviendo las consecuencias de eso ahora. No nos podemos permitir los mismos retrasos con la IA”.

Debemos tomarnos los riesgos de IA tan seriamente como los otros desafíos globales mayores, como el cambio climático

Demis HassabisCEO de Google Deepmind

De hecho, es algo que ha recalcado en muchas ocasiones. Cree que hay cosas que sólo pueden y deberían hacer seres humanos. “Hay muchas cosas que creo que no querremos hacer con una máquina. A veces pongo el ejemplo de médicos y enfermeras, quizás un médico y lo que hace, el diagnóstico, pero no la atención”, ha afirmado en varias ocasiones. Recalcando la necesidad de “la empatía humana” en muchos aspectos de la vida.

¿Significa eso que se arrepienta de su creación? En absoluto. También afirma que la IA puede ser “una de las más importantes y beneficiosas tecnologías que jamás se han inventado”. Solo que considera que debemos movernos hacia un futuro donde la IA sea primero estudiada y posteriormente auditada y regulada para asegurar que no es un riesgo existencial. Es decir, que no puede poner en peligro la persistencia de la especie humana.

Si algo ha demostrado Hassabis es que tiene una mente privilegiada y que es muy consciente de las posibilidades de la IA. Y si él, de todas las personas, cree que la tecnología es una bendición, pero también un riesgo, haríamos bien en escucharle.

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Porque, nos guste o no, Hassabis está dando forma a nuestro presente y nuestro futuro. Es difícil imaginar un mundo sin IA, pero el cómo será, dependerá no sólo de las personas que lo desarrollan, sino el qué tomemos de ella. Hassabis tiene claro que la IA tiene un gran potencial para el bien, pero también para el mal. Algo que, en contraste a muchos otros de sus coetáneos y compañeros, hace interesante escucharle cuando habla.