El fin del monopolio: ¿Qué significa el posible desmembramiento de Google para el futuro tecnológico?
Forbes Argentina
En un importante avance antimonopolio, el Departamento de Justicia de Estados Unidos propuso amplias medidas contra Google.
La propuesta, de 23 páginas, demanda varios cambios estructurales y de comportamiento importantes, como exigir al gigante tecnológico que venda su navegador Chrome; desinvertir por completo en Android o implantar una supervisión estricta para evitar que utilice Android para favorecer sus servicios de búsqueda; prohibir que haga pagos a terceros que excluyan a rivales; prohibir a que combine su motor de búsqueda con otros productos de Google; exigir que conceda licencias de sus datos de índices de búsqueda a rivales; e impedir que la firma posea intereses en rivales de búsqueda o en potenciales entrantes.
Los cambios, que tendrían una duración de 10 años, pretenden abordar lo que el tribunal describió como un daño de una década a los mercados, que impide la competencia y la innovación. Sin embargo, cualquier desinversión o incluso fuertes restricciones de conducta provocarán inevitablemente la fragmentación de Google, lo que será costoso no sólo para la compañía, sino también para sus clientes y socios comerciales.
El rol de la IA como competencia de Google
El mercado de los motores de búsqueda ya está experimentando una nueva dinámica competitiva gracias a los avances en Inteligencia Artificial (IA). Como señaló el Departamento de Justicia estadounidense en su presentación, “la integración de la IA generativa es quizá el ejemplo más claro de que la competencia hace avanzar la calidad de las búsquedas” y representa una oportunidad potencial para una nueva competencia.
Google está siendo desafiado por motores impulsados por IA como Perplexity, OpenAI y otros. En lugar de un monopolio imparable, se encuentra vulnerable en esta revolución de la IA, luchando potencialmente por su futuro contra tecnologías de vanguardia.
Si se llevara a cabo, esta reestructuración radical se extendería por todo el escenario tecnológico mundial. La pregunta que se plantea ahora es: en una era de intensa competencia mundial por la supremacía tecnológica, ¿A qué intereses serviría la disolución de uno de los principales líderes tecnológicos de Estados Unidos?
Los argumentos contra la ruptura estructural
Aunque estos dramáticos remedios siguen a la derrota de Google en un importante caso antimonopolio el pasado agosto de 2024, tal ruptura se presenta cada vez más improbable. El presidente electo Donald Trump, que asumirá su cargo en 2025 antes de que se produzca cualquier fallo definitivo, señaló un enfoque más matizado en una entrevista en octubre de 2024, citando la desconfianza de China hacia Google y cuestionando si una escisión corporativa podría “destruir la empresa”.
En lugar de una ruptura, Trump abogó por hacer a Google “más justo” preservando al mismo tiempo su estructura fundamental, reconociendo la importancia estratégica de la empresa en la competencia mundial. Sugirió que la disolución de la empresa podría ser demasiado drástica, aunque el enfoque del Departamento de Justicia bajo la nueva administración sigue siendo incierto.
El profesor John Lopatka, uno de los principales estudiosos antimonopolio del país y catedrático distinguido de Derecho A. Robert Noll en Penn State Law, dijo: “Los tribunales antimonopolio rara vez ordenan rupturas estructurales en casos de monopolización en los que las empresas alcanzaron su posición mediante crecimiento orgánico y no mediante adquisiciones. Con los monopolios basados en adquisiciones, existen claras líneas de falla para la desinversión. Sin embargo, la disolución de una empresa de crecimiento orgánico corre el riesgo de destruir sus puntos fuertes fundamentales”.
“Las empresas tecnológicas como Google son especialmente vulnerables debido a su naturaleza altamente integrada. Sus componentes están profundamente interconectados, lo que hace casi imposible una separación limpia sin dañar a toda la organización. La posición dominante se deriva principalmente de la economía inherente de la búsqueda y la publicidad de búsqueda”, sostuvo el catedrático.
“Un remedio de conducta sería más apropiado y abordaría directamente el comportamiento anticompetitivo. Por ejemplo, el Tribunal podría prohibir que Google compre el estatus de motor de búsqueda por defecto a tantos distribuidores que los competidores queden excluidos del mercado. Aunque esto afectaría a los que ahora se benefician de los pagos de Google, es necesario algún remedio significativo dado el fallo de responsabilidad”, explicó
Finalmente, Lopatka destacó que las autoridades antimonopolio subestimaron sistemáticamente el ritmo de la innovación tecnológica. “El negocio de búsqueda y publicidad de Google ya se enfrenta a una presión significativa de los desarrollos de la IA. Esto supone la mayor amenaza para el dominio de la firma, haciendo que cualquier remedio propuesto quede potencialmente obsoleto poco después de su aplicación”, afirmó.
Impacto en el consumidor
Romper el ecosistema integrado de Google podría alterar la experiencia digital de miles de millones de usuarios. La integración actual proporciona seguridad a través de Chrome e inicio de sesión unificado, al tiempo que permite funciones sin fisuras como la búsqueda visual y la sincronización de dispositivos. Los servicios gratuitos como Gmail y Maps, apoyados por los ingresos publicitarios, podrían convertirse en costosos si se separan.
En los mercados emergentes, la fragmentación podría aumentar los costos de los teléfonos inteligentes al interrumpir el modelo gratuito de Android. Los usuarios se enfrentarían a una experiencia más engorrosa con servicios desconectados, mientras que las empresas probablemente repercutirían los costes más elevados de la gestión de múltiples plataformas.
Antecedentes jurídicos y calendario a futuro
El caso tiene su origen en la sentencia dictada en agosto de 2024 por el juez Amit Mehta, que determinó que Google mantuvo ilegalmente su monopolio mediante contratos exclusivos por valor de unos 26.000 millones de dólares. Estos acuerdos hacían que el motor de búsqueda sea por defecto en la mayoría de los teléfonos inteligentes y navegadores web. Los remedios propuestos son de gran alcance, e incluyen la desinversión de Chrome (valorado en hasta 20.000 millones de dólares y utilizado por más de 3.000 millones de personas en todo el mundo) y la desvinculación de Android.
Esta decisión representa el intento más agresivo del Gobierno de desmantelar una gran empresa tecnológica estadounidense desde la desintegración de AT&T en 1984.
Mientras que la desinversión de AT&T remodeló con éxito las telecomunicaciones sin socavar la viabilidad de la empresa, la disolución propuesta por Google podría conllevar riesgos mucho mayores. A diferencia del sector de las telecomunicaciones autónomo de la década de 1980, el ecosistema tecnológico actual funciona con interconexiones globales, lo que hace que cualquier separación estructural pueda degradar los servicios para consumidores y empresas, al tiempo que debilita fundamentalmente la estabilidad financiera y la posición de mercado del gigante tecnológico.
El proceso legal también se enfrenta a un calendario prolongado que se extiende mucho más allá del próximo año. Aunque la respuesta de Google debe presentarse antes del 20 de diciembre de 2024, las audiencias de recurso no comenzarán hasta la primavera de 2025, y se espera que el juez dicte sentencia en agosto de 2025. El proceso de apelación podría alargarse aún más, hasta avanzada la próxima administración.
Fuerzas del mercado y competencia
Al igual que el caso de Microsoft, la propuesta de disolución de Google llega en un momento tecnológico crucial: entonces fue la revolución de Internet y ahora es la transformación de la IA. La escala de esta transformación es masiva: se prevé que el gasto mundial en IA crezca de 235.000 millones de dólares en 2024 a 630.000 millones de dólares en 2028 (un 30% CAGR), y que la cuota de la IA generativa se amplíe del 17,2% al 32%.
Las fuerzas del mercado y la inteligencia artificial están remodelando de forma natural el escenario competitivo. Separar a Google durante esta transformación crítica de la IA podría resultar fatal, ya que la empresa ya se enfrenta a una competencia sin precedentes que requiere inversiones defensivas masivas para mantener su posición.
La competencia está apareciendo desde múltiples direcciones: Microsoft integró ChatGPT de OpenAI en Bing, lo que supone la primera amenaza seria al dominio de las búsquedas de Google en décadas. OpenAI también anunció su incursión en las búsquedas con planes potenciales de competencia directa en el mercado de las búsquedas.
DuckDuckGo informó de un crecimiento de las consultas del 75% en Europa tras la implantación de la pantalla de elección; motores especializados impulsados por IA como Perplexity AI y Claude de Anthropic están creando nuevos paradigmas para el descubrimiento de información. Mientras tanto, las soluciones centradas en la empresa de Databricks y Snowflake están captando valiosos segmentos de mercado, al tiempo que los modelos de IA de código abierto democratizan el acceso a las capacidades de búsqueda avanzada.
Implicaciones estratégicas
Datos recientes revelan el extraordinario alcance de este compromiso: Las cinco principales empresas tecnológicas invirtieron 226.000 millones de dólares en investigación y desarrollo en 2023, superando el gasto en este área de todas las naciones excepto Estados Unidos y China. Sólo en el caso de Alphabet I+D (US$B): ’24: 48,3 (+10,6%) | ’23: 45,4 (+15,0%) | ’22: 39,5 (+25,2%) | ’21: 31,6 (+14,5%). Estas inversiones abarcan áreas críticas: vehículos autónomos, AgTech, computación cuántica e IA/ML avanzada. Un Google dividido perdería su pozo financiero y de mercado, comprometiendo la ventaja en I+D que permite proyectos de investigación a largo plazo y de alto riesgo, cruciales para mantener una ventaja tecnológica.
Seguridad nacional
Las implicaciones de la posible ruptura de Google se extienden mucho más allá de las preocupaciones domésticas, resonando en todo el escenario tecnológico global. Aunque el ecosistema de investigación y desarrollo de Google impulsa la innovación en todo el mundo, cualquier reestructuración significativa remodelaría la dinámica tecnológica internacional y la competencia en el mercado. La escisión propuesta plantea cuestiones críticas sobre el mantenimiento del liderazgo tecnológico en un mundo digital cada vez más multipolar.
Las implicaciones estratégicas y de seguridad son especialmente significativas en relación con China. Un Google reestructurado y potencialmente disminuido podría crear estrenos para los gigantes tecnológicos chinos en los mercados emergentes, mientras que el ecosistema tecnológico integrado de China sigue acelerando su avance en IA. Además, la división de Google en empresas más pequeñas podría debilitar la competitividad estadounidense frente a las empresas chinas respaldadas por el Estado, ya que las entidades separadas podrían carecer de los recursos necesarios para realizar inversiones críticas en investigación.
La propia experiencia reciente de China en materia de regulación tecnológica ofrece una valiosa perspectiva. Las consecuencias fueron sustanciales: más de un billón de dólares en pérdida de valor de mercado, fuga de capital extranjero y ralentización de la innovación, lo que demuestra los riesgos de una intervención reguladora excesiva.
El enfoque regulador de la Unión Europea ofrece lecciones adicionales de cautela. La Ley de Mercados Digitales y la Ley de Servicios Digitales de la UE, aunque pretenden fomentar la competencia, crearon consecuencias imprevistas. La experiencia europea revela tendencias preocupantes: los nuevos participantes en el mercado se enfrentan a obstáculos normativos desalentadores, las empresas más pequeñas luchan con unos costes de cumplimiento desproporcionados y la innovación se ralentiza a medida que las empresas priorizan la alineación normativa sobre el desarrollo.
A pesar de la agresiva regulación, el sector tecnológico de la UE sigue rezagado con respecto a EE.UU. y China. Estos ejemplos internacionales ofrecen claras advertencias sobre los riesgos de una intervención reguladora demasiado agresiva, lo que sugiere la necesidad de un enfoque más medido.
El camino a seguir
La propuesta de disolución de Google por parte del Departamento de Justicia de EE.UU. representa una decisión excesivamente agresiva y extrema que no se ajusta a los principios antimonopolio establecidos ni a las realidades del mercado. Como subraya el profesor Lopatka, la disolución de monopolios de crecimiento orgánico difiere fundamentalmente del desmantelamiento de los basados en adquisiciones.
La posición de mercado de Google apareció principalmente a través de los efectos naturales de la red y de la innovación continua, más que de fusiones anticompetitivas, lo que hace que la separación estructural sea poco práctica y potencialmente contraproducente.
Además, la evolución natural del mercado a través de las innovaciones en IA ya está remodelando la dinámica competitiva. Empresas como Microsoft, OpenAI y motores especializados en IA están creando nuevos paradigmas para el descubrimiento de información, lo que supone un desafío sin precedentes para la posición de Google. Separar a la compañía en esta coyuntura crítica socavaría su capacidad para competir en este escenario en rápida transformación, al tiempo que fracturaría un ecosistema del que dependen miles de millones de usuarios y empresas.
Nota publicada en Forbes US.