Michelle Goldberg

Fuentes despreciaba a Kirk por su apoyo a Israel y, más en general, por sus esfuerzos por marginar el tipo de política jubilosamente racista y fascista de Fuentes. En 2019, para exhibir a Kirk como “antiblanco” y “falso patriota”, Fuentes organizó a su ejército de jóvenes seguidores —conocidos como Groypers, por una variante del meme de la rana Pepe usada por la derecha alternativa— para que llenaran los eventos de la organización de Kirk, Turning Point, e hicieran preguntas hostiles. En uno de ellos, hicieron que Donald Trump Jr. abandonara el escenario.
Tras el asesinato de Kirk, Fuentes, quizá temiendo que lo culparan, renegó de la violencia. Sin embargo, continuó sus ataques contra Turning Point y acusó a la viuda de Kirk, Erika, de alegrarse de que su marido estuviera muerto. “Me da la impresión de que es muy falsa”, dijo.
Mientras Fuentes se dedicaba a difamar a la viuda de Kirk, algunos conservadores poderosos emprendían una campaña nacional para canonizar a Kirk y destruir a los progresistas que lo difamaban. Como anfitrión invitado del pódcast de Kirk, JD Vance instó a los oyentes a denunciar con sus jefes a cualquiera que celebrara la muerte de Kirk. En un ambiente así, cabría pensar que el valor de Fuentes en la derecha habría caído. Sin embargo, ha subido más que nunca, revelando un mecanismo de radicalización de la derecha que parece imparable.
Si no estás familiarizado con la ideología de Fuentes, él mismo la resumió en su programa de transmisión en directo, America First, en marzo. “Los judíos dirigen la sociedad, las mujeres tienen que callarse”, dijo, usando una obscenidad. “En general, los negros tienen que ser encarcelados”. Su actitud despectiva y orgullosamente transgresora lo ha convertido en un héroe para multitudes, en su mayoría compuestas por hombres jóvenes, a quienes les molesta cualquier forma de control político. El escritor conservador Rod Dreher, amigo íntimo de Vance, advirtió: “Alguien que está en posición de saber me dijo que entre el 30 y el 40 por ciento de los empleados del Partido Republicano de Washington menores de 30 años son Groypers”. La cifra es imposible de comprobar, pero refleja la percepción generalizada de que la política de Fuentes está en ascenso.
Muchos conservadores, sobre todo judíos, aborrecen la creciente influencia de Fuentes. Pero al animar a Donald Trump mientras promovía teorías conspirativas y destruía sistemáticamente los baluartes contra el nativismo y la intolerancia en el Partido Republicano, contribuyeron a hacer posible su ascenso.
La semana pasada, Fuentes alcanzó el punto álgido de su carrera al ser invitado al pódcast de Tucker Carlson, uno de los más populares de Estados Unidos. Carlson discrepó amablemente con algunas cosas que Fuentes ha dicho, especialmente la idea de que los judíos en su conjunto son responsables de los pecados de Israel y del neoconservadurismo. “Me parece que hablar de ‘los judíos’ ayuda a los neoconservadores”, dijo Carlson en un momento dado. Pero su conversación de dos horas fue muy amistosa. Carlson parecía asumir que estaban en el mismo bando; sus desacuerdos con Fuentes eran más que nada sobre medios, no sobre fines.
Los conservadores que detestan el antisemitismo se sintieron conmocionados por la entrevista. Se alarmaron aún más cuando Kevin Roberts, presidente de la Fundación Heritage —que durante mucho tiempo fuera un bastión de la cúpula conservadora— defendió a Carlson. “La Fundación Heritage no se convirtió en la columna vertebral intelectual del movimiento conservador cancelando a nuestra propia gente ni vigilando las conciencias de los cristianos”, dijo en un video, describiendo a los críticos de Carlson como una “coalición venenosa” que está “sembrando la división”.
Estos comentarios provocaron un alboroto entre algunos de los donantes, miembros del personal y simpatizantes de la Fundación Heritage, y Roberts intentó sofocarlo denunciando a Fuentes. Pero aún parece creer que Carlson hizo bien en escucharlo. En un mensaje dirigido al personal de la fundación obtenido por National Review, Roberts rechazó “la censura y las pruebas de pureza”. Y afirmó: “Cancelar a una persona hoy garantiza la purga de muchas mañana”.
En principio, Roberts no está en contra de la cultura de la cancelación; él aplaudió la suspensión de Jimmy Kimmel en ABC por sus comentarios sobre el asesinato de Kirk. Pero se opone rotundamente a la cancelación de conservadores, por extremos que sean, y no es el único. En gran parte de la derecha MAGA, los intentos de imponer tabúes se han convertido en el tabú definitivo. Esta postura se resume en la frase “no hay enemigos a la derecha”, que se ha hecho tan común en el movimiento MAGA que a veces se escribe como acrónimo: NETTR, por su sigla en inglés.
Durante décadas, los conservadores de la corriente dominante hablaron con orgullo de cómo William Buckley Jr., editor fundador de National Review, excomulgó a la paranoica y reaccionaria Sociedad John Birch del movimiento conservador. La historia del cordón sanitario de Buckley siempre tuvo un poco de mito; la frontera entre el conservadurismo respetable y la extrema derecha marginal seguía siendo bastante permeable. Pero era un mito útil, ya que valoraba la disposición de trazar límites.
Trump prácticamente aniquiló esa disposición, y muchos intelectuales del movimiento MAGA ahora consideran que la cuarentena de Buckley fue un error. Laura Field, en su excelente libro Furious Minds: the Making of the MAGA New Right, cita al escritor y activista Charles Haywood, quien llama a Buckley un “Judas” que “condujo a la derecha estadounidense a un cañón sin salida, anulando rápidamente cualquier arma que pareciera poder ser efectiva en la guerra que la izquierda ha librado contra la decencia de Estados Unidos durante más de cien años”.
No todos los conservadores suscriben la idea de “no hay enemigos a la derecha” —Dreher ha redactado textos poderosos contra ella—, pero se ha convertido en una corriente importante en nuestra política. Cuando Político informó que varios dirigentes de los Jóvenes Republicanos habían participado en un chat grupal racista que incluía elogios a Hitler, algunos en el partido se horrorizaron, y algunos de los participantes perdieron su empleo. Pero Vance los defendió, diciendo que eran “chicos” cuyas vidas no debían arruinarse por bromear. (Algunos tenían más de 30 años). Dentro de ciertos círculos MAGA, criticar a alguien por ser demasiado racista o reaccionario es una traición que indica una aceptación de la misma moral liberal que la vanguardia del movimiento pretende destruir.
Kirk, quien alcanzó la mayoría de edad en el movimiento conservador anterior a la era de Trump, a veces aún estaba dispuesto a vigilar los límites. Pero tras su asesinato, la derecha tiene poca conciencia de que esa parte de su legado deba mantenerse. Más bien, voces destacadas insisten en que el asesinato de Kirk exige la flexibilización definitiva de todas las restricciones que quedan. “No puedo ‘unirme’ a la izquierda porque me quieren muerto”, publicó el influyente podcastero Matt Walsh después de la muerte de Kirk. “Pero me uniré con cualquiera de la derecha”.
Adrian Vermeule, el profesor de derecho de Harvard que ha contribuido a crear los cimientos intelectuales de la derecha posliberal, lo expresó con más elegancia este fin de semana, mientras la lucha por Carlson, Fuentes y Roberts sacudía a los conservadores. “La historia ha registrado muchos casos en los que ciudades sitiadas cayeron porque, incluso con el enemigo a las puertas, las facciones dentro de la ciudad no pudieron dejar de lado su lucha mutua por la dominación”, escribió en redes sociales. Por si quedaba alguna duda sobre a qué facciones estaba reprendiendo, lo dejó claro en una publicación posterior: “Ignoraré decididamente las opiniones de quienes profesan cierto ‘conservadurismo’ pero nunca han desafiado realmente el consenso liberal en nada que pudiera arriesgar sus carreras”.
Vermeule es un hombre culto que, como escribe Field, forma parte de un movimiento que “cree tener el monopolio de cosas como ‘lo verdadero, lo bueno y lo bello’”. Sin embargo, por muy elevada que sea su retórica, su lógica moral conduce inexorablemente al Groyperismo, y a la elevación de Fuentes, el enemigo de Kirk, como su sucesor.