En los últimos años solo una parte del petróleo venezolano destinado a Cuba ha llegado realmente a la isla, según los documentos de Pdvsa y los datos de seguimiento de los buques.

El buque petrolero incautado esta semana por Estados Unidos frente a las costas de Venezuela formaba parte de los esfuerzos del gobierno venezolano para apoyar a Cuba, según documentos y personas vinculadas a la industria petrolera venezolana.
El petrolero, llamado Skipper, zarpó de Venezuela el 4 de diciembre, cargado con casi dos millones de barriles de crudo pesado del país, según información interna de la petrolera estatal venezolana, conocida como Pdvsa. El destino previsto del barco era el puerto cubano de Matanzas, según la información.
Dos días después de su partida, el Skipper descargó una pequeña fracción de su petróleo, unos 50.000 barriles, a otro barco, llamado Neptune 6, que se dirigió hacia el norte, hacia Cuba, según la empresa de datos navieros Kpler. Tras la transferencia, el Skipper navegó al este, hacia Asia, con la mayor parte de su petróleo a bordo, según un funcionario estadounidense informado del asunto.
Durante décadas, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y su predecesor, Hugo Chávez, han enviado petróleo a Cuba a precios altamente subvencionados, lo que le ha proporcionado un recurso crucial de bajo costo a la empobrecida isla.
A cambio, el gobierno cubano ha enviado durante años a decenas de miles de médicos, instructores deportivos y, cada vez más, profesionales de seguridad en misiones a Venezuela. Ese intercambio ha cobrado especial importancia a medida que Maduro se ha apoyado en guardaespaldas y oficiales de contraespionaje cubanos para protegerse de la concentración militar estadounidense en el Caribe.

Sin embargo, en los últimos años solo una parte del petróleo venezolano destinado a Cuba ha llegado realmente a la isla, según los documentos de Pdvsa y la información de seguimiento de los buques.
La mayor parte del petróleo destinado a Cuba se ha revendido a China, y el dinero le ha proporcionado al gobierno cubano unas divisas muy necesarias, según varias personas cercanas al gobierno venezolano.
Se cree que parte de ese dinero ha sido utilizado por funcionarios cubanos para adquirir bienes básicos, aunque la opacidad de la economía del país hace difícil estimar adónde va a parar ese dinero, o cómo se gasta, o cuánto va a parar a intermediarios comerciales vinculados a ambos gobiernos.
El viernes, funcionarios cubanos condenaron la incautación estadounidense del petrolero y la calificaron en un comunicado como un “acto de piratería y terrorismo marítimo” que perjudica a Cuba y a su pueblo.
“Esta acción se inscribe en la escalada de los Estados Unidos para impedir el legítimo derecho de Venezuela a utilizar y comercializar libremente sus recursos naturales con otras naciones, incluidos los suministros de hidrocarburos a Cuba”, decía el comunicado.
La Casa Blanca no respondió de inmediato a una solicitud de comentarios.
La principal persona que gestiona el flujo de petróleo entre Cuba y Venezuela es un empresario panameño llamado Ramón Carretero, quien en los últimos años se ha convertido en uno de los mayores comerciantes de petróleo venezolano, según datos de Pdvsa y personas cercanas al gobierno de Venezuela.
El Departamento del Tesoro estadounidense impuso sanciones a Carretero el jueves por “facilitar envíos de productos de petróleo en nombre del gobierno venezolano”. Carretero, a través de un representante legal, declinó hacer comentarios sobre la decisión del gobierno. No respondió a preguntas detalladas para este artículo.
El papel de Carretero como intermediario económico entre Cuba y Venezuela fue denunciado por primera vez por Armando.info, un medio venezolano de reportajes de investigación.
Skipper, el buque petrolero incautado, transportaba petróleo contratado en conjunto por Cubametales, la empresa estatal cubana de comercio de crudo, y una compañía de comercialización de petróleo vinculada a Carretero, según muestran documentos de Pdvsa. En conjunto, las empresas comerciales de Carretero han representado una cuarta parte del petróleo asignado por Pdvsa para la exportación de este año, según muestran los documentos.
Cubametales ha conseguido contratos para comprar unos 65.000 barriles diarios de petróleo venezolano en lo que va de año, lo que supone un aumento del 29 por ciento respecto a 2024 y siete veces más que en 2023, según documentos de Pdvsa. El Departamento del Tesoro estadounidense impuso sanciones a Cubametales en 2019 por comprar petróleo venezolano, una medida que formó parte del anterior enfrentamiento de Trump con Maduro durante su primer gobierno.
El crudo de Venezuela que sí llega a Cuba genera electricidad y proporciona combustible para aviones y maquinaria. Pero no es suficiente para evitar los apagones generalizados que han afectado a la isla en medio de una crisis económica más amplia.
El viaje del Skipper muestra cómo, en la práctica, Cuba se beneficia del comercio de petróleo en Venezuela. Cubametales, la empresa estatal, indicó que el destino del barco era Cuba, lo que sugería que la totalidad de los 1,1 millones de barriles asignados a la empresa se dirigían a la isla.
Sin embargo, el petrolero se dirigió finalmente a China tras descargar solo una pequeña parte del petróleo en el Neptune 6 y enviarlo de camino a Cuba, según una persona cercana a Pdvsa.
El miércoles, mientras el Skipper navegaba hacia el este en aguas internacionales entre las islas de Granada y Trinidad, cayó en una emboscada estadounidense.
Agentes armados de las fuerzas de seguridad de Estados Unidos, con equipo de combate camuflado, descendieron el miércoles desde un helicóptero a la cubierta del petrolero, según un video publicado por el gobierno estadounidense y un funcionario de ese país con conocimiento de la operación. La tripulación no opuso resistencia y los funcionarios estadounidenses dijeron que no hubo bajas.
Las autoridades de Estados Unidos dijeron que solicitarían una orden judicial para confiscar el petróleo, valorado en decenas de millones de dólares, y añadieron que la tripulación había acordado navegar con el buque bajo supervisión de la Guardia Costera hasta un puerto estadounidense, probablemente Galveston, en Texas.

El gobierno de Trump y la oposición venezolana durante mucho tiempo han presentado al gobierno de Maduro como un centro para los adversarios estadounidenses, y la dramática incautación del Skipper parecía dirigida tanto a debilitar las alianzas de Maduro como a cortar su acceso a los fondos.
El ministro de Comunicación de Venezuela, Freddy Ñáñez, calificó la detención del petrolero como el último ejemplo de “piratería, secuestro, robo de propiedad privada y ejecuciones extrajudiciales en aguas internacionales” por parte de Washington. No hizo comentarios sobre las preguntas detalladas enviadas para este artículo.
La historia de los viajes del Skipper apunta a una red más amplia que conecta las industrias energéticas de Venezuela, Cuba, Irán y Rusia, los cuatro adversarios estadounidenses que han quedado, en diversos grados, excluidos del mercado mundial formal del petróleo por las sanciones de Washington.
La tripulación del Skipper, compuesta por unos 30 marineros, era en su mayoría rusa, dijo un funcionario estadounidense.
Antes de transportar petróleo venezolano, el Skipper pasó cuatro años formando parte de la flota encubierta de Irán, transportando petróleo iraní a Siria y China, según datos de Kpler, la empresa de datos sobre transporte marítimo, y de un funcionario de alto rango del ministerio iraní del Petróleo, quien habló de cuestiones delicadas bajo condición de anonimato.
El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores iraní, Esmail Baghaei, condenó el viernes la incautación del Skipper, y la calificó de “piratería patrocinada por el Estado” en declaraciones a los medios de comunicación locales.
En otros lugares de Venezuela, contratistas iraníes han trabajado en la reparación de las dos principales refinerías del país, El Palito y Amuay, según Homayoun Falakshahi, analista jefe de petróleo de Kpler y experto en el sector energético iraní.

Rusia suministra a Venezuela importaciones clave de nafta, un derivado ligero del petróleo que Venezuela utiliza para diluir su tipo principal de crudo pesado y hacerlo apto para la exportación. Una empresa petrolera estatal rusa, Rosneft, produce casi 100.000 barriles diarios de crudo en Venezuela, y en años anteriores la empresa había desempeñado un papel crucial en la exportación de petróleo venezolano a China.
Según los expertos, los lazos energéticos de estos países se han visto impulsados menos por un sentimiento antiestadounidense compartido que por las oportunidades comerciales y la necesidad. Han aprendido unos de otros cómo evitar las sanciones y mantener el flujo de los ingresos del petróleo.
La capacidad de Rusia para construir una flota de petroleros fantasma y encontrar nuevos mercados de petróleo para financiar su guerra en Ucrania, por ejemplo, se debe en parte a la experiencia de sus comerciantes de petróleo que movían crudo venezolano sancionado durante el anterior enfrentamiento de Trump con Maduro en 2019.
Venezuela, por su parte, ha aprendido de Irán, que ha trabajado para eludir las sanciones impuestas por el primer gobierno de Trump tras retirarse del acuerdo nuclear en 2018.
Sin embargo, Venezuela, Irán y Rusia también compiten por el mercado petrolero chino, cuyo tamaño e influencia le han permitido seguir comprando el crudo sancionado por Estados Unidos, dijo Francisco Monaldi, experto en petróleo de la Universidad Rice de Houston.
“Es como la OPEP de las sanciones: estos países tienen intereses comunes, pero también algunos intereses opuestos”, dijo Monaldi. “La mayoría de las veces, solo se trata de negocios”.
Eric Schmitt y Riley Mellen colaboraron con la reportería. Sheelagh McNeill colaboró con la investigación.
Anatoly Kurmanaev es un corresponsal extranjero que cubre la transformación de Rusia tras la invasión a Ucrania.
Nicholas Nehamas es corresponsal en Washington para el Times, y se centra en el gobierno de Trump y sus esfuerzos para transformar el gobierno federal.
Farnaz Fassihies la jefa del buró del Times para las Naciones Unidas y dirige la cobertura sobre la organización. También cubre Irán y ha escrito sobre el conflicto en Medio Oriente durante 15 años.